Big selfish man with a crown destroys the city on his way. Big Ego Concept
El auge de la tecnología, de la cinematografía, del poder estatal y de la autonomía individual ha impulsado el potencial del hombre hacia la grandiosidad narcisista, la arrogancia, el privilegio auto-adquirido y las conductas abusivas. A la luz de dicha situación, este artículo evaluará la actitud del negador jactancioso, basándose en el comportamiento de figuras antagonistas de la historia, sus tendencias y patologías tal y como se describen en el Corán.
“En sociedades donde prevalecen las modernas condiciones de producción, la vida se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos (shows). Todo lo que se había vivido de una manera directa ha pasado a ser una representación.”1
Esta primera observación, en el trascendental trabajo de Guy Debord, resalta las duplicidades existentes en pseudo-eventos representados a través de una extraordinaria producción de imágenes.
Sin dejar atrás sus éxitos, el crecimiento postmoderno de la tecnología, de la cinematografía, del poder del Estado y de la autonomía individual también jugó un papel fundamental en el fomento del potencial narcisista del hombre, la arrogancia, el privilegio auto-adquirido y las conductas abusivas.
A la luz de dicha situación, este artículo evaluará la actitud del negador jactancioso, basándose en el comportamiento de figuras antagonistas de la historia, sus tendencias y patologías tal y como se describen en el Corán. No hay nada nuevo ni notable en la actitud del negador jactancioso; los patrones de incredulidad e indiferencia son los mismos, no han cambiado; Dios ha proporcionado suficientes ejemplos para discernir tales actitudes y tendencias. El Corán caracteriza tal negación como no prestar atención al instructivo divino, intentando “refutar la Verdad con argumentos falsos y burlarse de Mis mensajes y advertencias.”2
La negación jactanciosa y la indiferencia
Los siglos XIX y XX introdujeron rápidos cambios en la cultura cinematográfica y la producción de imágenes. El horroroso linchamiento de los hombres negros en América durante este periodo saca a la luz la patología de la indiferencia y de la negación que crea la cultura del espectáculo. Esos linchamientos fueron en un principio eventos discretos, ocultos a la vista del público. Sin embargo, con el tiempo, y el esplendor de la cinematografía y la “producción de imágenes”, esos hechos se fueron haciendo públicos y publicitados. Esto expuso la extrema indiferencia de los agresores, ya que reveló su falta de empatía. Esto expuso su negación jactanciosa, al negarse a aceptar la humanidad de las víctimas, abandonando la moral universal de que todos los seres humanos tienen derecho a la dignidad y a la seguridad.
A la ejecución de Will Mack en 1909 que tuvo lugar en Brandon, Mississippi, asistieron una multitud de más de 3000 personas. Llegaron en trenes y carros mientras los vendedores ambulantes vendían refrescos, helados, cacahuetes y sandía. La sobriedad del momento para los negros se unió a la indiferencia colectiva de los asistentes y a la extravagancia de aquel evento. Las imágenes de las víctimas, anteriores y posteriores al linchamiento, buscaban crear una exposición gráfica retorcida: el horror y el miedo concluía con la humillación en la muerte. 6.000 personas asistieron a la ejecución de Charles Johnston en Swainsboro, Georgia en el año 1893, un evento que acogió otros espectáculos aparte. Tales linchamientos y ejecuciones se asemejan a las obras teatrales modernas, como eventos de entretenimiento y diversión. Hoy en día, los smartphones (teléfonos inteligentes) han permitido que multitudes asistan, creen y publiquen eventos similares de abuso, humillación y muerte.
Lejos de esas inquietantes escenas de asesinato, sin embargo con síntomas de tendencias similares en sus representaciones, el cristiano evangelista estadounidense Warren Wiersbe se basa en una exposición reveladora de la predicación cristiana contemporanea:
“Se ha producido un cambio sutil: muchas iglesias prácticamente dejaron de ser congregaciones para adorar a Dios, y se convirtieron en reuniones para observar a los hombres. Los creyentes que solían participar en la liturgia sagrada pasaron a ser espectadores de una actuación religiosa. Los “santuarios” dedicados al culto y adoración de Dios se transformaron en “auditorios” donde las cabras reían y las ovejas languidecían. Comenzamos a adorar lo que A.W. Tozer llamó ‘El gran entretenimiento de Dios’”.3
El Corán y la negación jactanciosa
El Corán revela que el hombre en ocasiones disfruta de momentos de traviesa imprudencia. Travieso, en el sentido de que el disfrute tiene la fuerza de apartarlo temporalmente de un corazón y una mente que de lo contrario son firmes; e imprudente en el sentido de que el travieso está desprovisto de cualquier restricción moral. El temerario travieso llega, de esta manera, a exhibir una especie de vanidad en sí mismo y en sus maneras. Esto se refleja claramente en el carácter del Faraón a quien el Profeta Musa (Moisés) fue enviado.
La narración del Profeta Musa y el Faraón es la que con más frecuencia se repite en el Corán. La negación del Faraón del mensaje transmitido por Musa no fue un rechazo silencioso, un rechazo impasible, sino un deleite en su arrogancia, una demostración impresionante de negación jactanciosa. El Corán repetidamente nos llama la atención hacia esta tendencia humana: la combinación de la negación con una evocación de lo jactancioso.
El Corán describe la puesta en escena de su espectáculo:
“De este modo le mostró el gran Signo,
Mas él lo rechazó y desobedeció.
Luego, volvió la espalda bruscamente.
Reunió a su pueblo y proclamó,
Diciendo: “Soy yo vuestro Señor el altísimo”
Allah le afligió el castigo de la otra vida y de ésta.
En verdad, en ello hay una lección para el que teme” 4
Este narcisismo exagerado se caracteriza por una sensación de dominio interpersonal y una arrogancia impresionante. El Faraón estaba dotado del equipo que hizo posible su jactanciosa declaración y la concurrencia era la adecuada para la ocasión.
En los últimos años ha habido un aumento de demostraciones abiertas de rechazo hacia el Islam, degradación del Corán e insultos.5 Un ejemplo muy reciente involucró al conocido Youtuber cristiano David Wood, quien arrancó una página del Corán y se la comió. A éste, de manera predecible, le siguieron otros (ex-musulmanes) haciendo lo mismo. El encanto del click fácil era inevitable. De igual manera, un video publicado en Youtube el 16 de septiembre de 2015, titulado “Cristianos despedazando el Corán en la universidad” muestra a un hombre en pie ante una multitud, aparentemente en un campus universitario estadounidense, dando un discurso sobre el Profeta Muhammad ﷺ, el Isalm y el Corán. Desafiado por dicha multitud, el predicador se agita cada vez más y comienza a arrancar páginas del Corán. El acto de arrancar las páginas del Corán y masticarlas, de tirar el Corán al suelo, de quemar el Corán y otros actos de profanación son también reportados en las prisiones administradas por los militares estadounidenses en la bahía de Guantánamo e Irak, en donde los guardias de la prisión han utilizado copias del Corán para las prácticas del tiro al blanco.6
De acuerdo con la 5a edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), el grupo B de los 10 trastornos de la personalidad incluye el trastorno narcisista de la personalidad y el trastorno histriónico de la personalidad. El informe describe a aquellos que exhiben un trastorno histriónico de la personalidad como “extravagantes y teatrales, que exhiben un grado exagerado de expresión emocional pero, al mismo tiempo, su expresión emocional es escueta, superficial y carente de detalles”.7
El Corán informa a sus lectores que tal negación arrogante, puesta en escena y extravagancia no es un fenómeno nuevo. De lo contrario, ya fue anticipado. Setenta y ocho veces aparece el verbo tawalla (rechazar) en el Corán, con sus derivados ‘ataw (excediendo todos los límites), ‘utuwwan (con insolencia) e ’itiyyan (rebelión extrema). El Corán dice:
“Gran arrogancia han asumido respecto a sí mismos, y han transgredido todos los límites de su rebelión.”8
Muchos versos del Corán se basan en el carácter arrogante que mostraban aquellos que rechazaban el mensaje divino. El Corán informa a sus lectores:
“Ciertamente, cuando se les decía ‘¡No hay más dios que Allah!’ se mostraban altivos”.9
Y,
“Los incrédulos dicen, ‘¡No hagáis caso de este Corán! ¡Parlotead cuando lo lean! ¡Quizás, así, os salgáis con la vuestra!’”.10
Los comentaristas del Corán al-Baghawi y al-Sa’di explican este verso diciendo que significa “Hablar con palabras que no tengan beneficio o propósito alguno, hacer ruido para confundir a la gente”11 , con “charla inútil, vanidad y poesía”12
Las atracciones secundarias son las que generan ruido y la fanfarria en torno a un discurso de gran importancia. La manera en la que se escenifica un espectáculo de sufrimiento dio lugar a una cultura de pasividad e indiferencia, como ocurre en los casos de los linchamientos de negros, alejar a la audiencia introduciendo distracciones, de ‘discurso frívolo’, fue uno de los métodos de los incrédulos para burlar los asuntos más importantes. Además, el Corán describe “y cuando pasaban junto a ellos, se guiñan el ojo [de manera burlona]”13 Al-Sa’di describe que “con su insolencia y burla los puedes ver contentos y despreocupados por su incredulidad”14 El Corán expone además, “Una y otra vez se os recitaron Mis aleyas, pero os volvías arrogantemente, [y] arrogantemente hablabais sin sentido hasta bien entrada la noche.”15
Dios anticipó mucho antes los comportamientos de los antagonistas. Si no estaban dispuestos a leer el Corán, en efecto el Corán los leería a ellos.
Al igual que la actuación de David Wood, las implacables y difamatorias representaciones del Profeta Muhammad ﷺ realizadas por Charlie Hebdo son un claro ejemplo de la patología de la negación jactanciosa y de los rechazos del mensaje divino. Charlie Hebdo, un símbolo incondicional del liberalismo, es empeñado por una élite liberal que creen firmemente que la libertad de expresión absoluta no existe excepto que sea acorde al paradigma o ideología gobernante. La negación jactanciosa es una patología arraigada en el ego arrogante. La despreciable decisión de Charlie Hebdo de representar al Profeta Muhammad ﷺ con mofa es su propio fracaso. No solo es un reflejo de la hipocresía del gobierno francés respecto a sus normas liberales al optar por ofender un pueblo y salvaguardar las sensibilidades de otros, sino que es un reflejo de su ignorancia. Su mofa no se basa en ninguna verdad, no tiene matices, es inmoral y carece de civismo y virtud, ya que equiparar al Profeta Muhammad ﷺ con terrorismo es simplemente absurdo. El dibujo del caricaturista danés Kurt Westergaard, publicado en el periódico danés Jyllands-Posten en 2005, en el que caricaturizó al Profeta ﷺ con una bomba en su turbante con el credo islámico (shahada) inscrito en él, nos lleva a preguntarnos por qué fue retratado de una manera tan grosera. Las representaciones falsas están lejos de sus abundantes muestras de compasión, misericordia, empatía, coraje y de cómo estos atributos fueron usados tanto para transmitir el mensaje del monoteísmo con una determinación inquebrantable como para liberar a billones de personas de la esclavitud a sus propios egos, deseos y falsos dioses hacia la servitud de un Dios Sustentador. Asimismo, fomentar la buena voluntad y la compasión con aquellos con quienes interactuó, poderosos y privilegiados y también débiles, pobres y otros marginados, es una muestra del gran impacto que tuvo en el mundo y una de las principales razones por las que muchos continúan encontrando la fe en el Islam.
Esperanza, no odio
A diferencia de la cultura del odio adoptada por los negacionistas jactanciosos, el Corán, en cambio, brinda esperanza a sus lectores. Desafía al hombre por su estado de obstinación, aclara dudas, enfatiza la fe verdadera y las buenas acciones y proporciona una salida de las limitaciones de la incredulidad hacia una vida de guía y realización.
A lo largo del Corán se nos recuerdan los innumerables favores de Allah respecto a Su creación, la provisión de salud, sustento y oportunidades están todos pensados para que conozcamos y queramos a Dios, y encontremos satisfacción en una vida destinada a Su recuerdo. Incluso para aquellos que han sido agnósticos y luego cambiaron esa vida por una enfocada en encontrar la paz con Allah, son llamados a consolarse en el perdón de Dios.
El Corán describió a la gente del pueblo que había asesinado salvajemente a los creyentes, en Surah Al-Burúy y a pesar del horror de sus crímenes, evoca el verdadero arrepentimiento como una forma de encontrar protección en la próxima vida:
“A aquellos que sometan a los creyentes y a las creyentes a una prueba y no se arrepientan luego, tendrán el castigo del Infierno, el castigo de su fuego.”17
El Corán llama a aquellos que han vivido una vida hedonista, de autorrealización temporal sin propósito, a no perder la esperanza en la posibilidad de entrar al Paraíso. Al proponer, en cambio, una vida transformada, basada en el arrepentimiento, la fe y la rectitud, el Corán recuerda a sus lectores la Misericordia de Allah. De acuerdo a los siguientes versículos:
“Sus sucesores descuidaron el rezo, siguieron lo apetecible y terminarán descarriando”17
“salvo quienes se arrepientan, crean y obren bien. Esos entrarán en el Jardín y no serán tratados injustamente en nada”18
Y:
“Excepto quien se arrepienta, crea y haga buenas obras. A éstos Allah les cambiará sus malas obras en buenas. Allah es indulgente, misericordioso.”19
La soberbia mostrada por el pueblo al que fue enviado el Profeta Núh dio lugar a que el profeta se quejara a Dios acerca de la desviación de su pueblo. Ibn Kazír explica que ellos intentaron evitarle en todo momento “para abstenerse de seguir la verdad y someterse a ella”20 La secuencia de versículos en el capítulo demuestra la tenacidad del espíritu del Profeta Núh y su perseverancia e intentos sinceros de transmitir el verdadero mensaje. Lo que se destaca es la esperanza que impregna el llamado profético del capítulo 71 del Corán. Con exhibición plena de su negación jactanciosa, y mientras crecían en su insolencia, el llamado del Profeta Núh era simple: “Dije: ‘¡Pedid perdón a vuestro Señor: Él es siempre perdonador!’”.21
“Dijo: ‘¡Señor! He llamado a mi pueblo noche y día.
Mi llamado solo ha servido para que huyan más.
Siempre que les llamo para que Tú les perdones, se ponen los dedos en los oídos, se cubren con ropa, se obstinan y se muestran en extremo altivos
Además, les he llamado abiertamente,
y les he hablado en público y en secreto.
Y he dicho: ‘¡pedid perdón a vuestro Señor: Él es siempre perdonador
y enviará sobre vosotros del cielo una lluvia abundante!
Os dará mucha hacienda e hijos varones. Pondrá a vuestra disposición jardines, pondrá a vuestra disposición arroyos.
¿Qué os pasa, que no esperáis la magnanimidad de Allah?’”22
La profanación del Corán, la engreída negación del Islam, el despectivo insulto del Profeta Muhammad ﷺ son síntomas, que tiene que ver menos con la velocidad y espectáculo que envuelve la producción de imágenes y las subidas, y más con la ausencia de la percepción espiritual. El Corán pide al hombre que se concentre en sí mismo. Debemos reflexionar sobre Musa y Harún en su misión de hacer llegar el mensaje de Dios al Faraón. La información que Allah nos proporciona es asombrosa por cómo describe la escena inicial de lucha entre el tirano y el Profeta ﷺ, que ante todo es interna. Aunque el método de difusión en el caso del Profeta Musa se escenifica con el espectáculo (“Y convocó a su gente, y proclamó…”)23 con la presencia de magos en un día de festividad, el objetivo y la preparación estaban enteramente destinados a la renovación y la reforma espiritual. Es en la superación del ego de uno mismo que la sinceridad echa raíces. Dios primero instruye al Profeta Musa que vaya al Faraón, que había “excedido todos los límites”:
“Ve a Faraón. Ha excedido todos los límites
y di: ‘¿Estás dispuesto a purificarte
y a que te dirija tu Señor y , así, temas?”24
Estos versos enfatizan la gran necesidad de la purificación espiritual como remedio para los errores humanos. El Faraón, por supuesto, había participado activamente en la persecución y asesinato de una gran multitud de personas, pero la orden de Allah al Profeta Musa era que permitiera al Faraón considerar su propio caracter humano y su necesidad de creer y reverenciar a Aquel que lo creó y sostiene a todos los seres.25 El llamado del Corán es, por lo tanto, un llamado de esperanza y liberación de la restricción del vacío nihilista, recordando a sus lectores que Dios solo quiere bondad para sus Siervos: “No enviamos a los mensajeros sino para traer buenas nuevas y advertir. Pero los incrédulos buscan argucias para derribar, así, la Verdad, y toman a burla Mis signos y las advertencias.”26
La respuesta Profética
En la época del Profeta ﷺ en Makkah, una mujer llamada Arwa b. Harb (también conocida como Um Jamil, la esposa de Abu Lahab) seguía al Profeta ﷺ para hacerle daño y humillarle, y solía burlarse de él diciendo, “¡Mudhammam (el despreciado) lo hemos negado, y hemos aborrecido su religión, y desafiado su mandato!” En lugar de responderle, él simplemente encontraba consuelo diciendo a sus compañeros “¿No veis como Allah desvía las maldiciones e insultos de Quraish? ¡Ellos insultan a Mudhammam, y maldicen al Mudhammam, mientras que yo soy Muhammad (el Alabado)!”27
Por supuesto que el nombre del Profetaﷺ era “Muhammad” (el Alabado) y la esposa de Abu Lahab esperaba que al invertir su nombre por Mudhammam (el despreciado), el Profeta ﷺ caería en desgracia y tendría mala fama entre la gente del pueblo. Sin embargo, el Profeta ﷺ mostró magnanimidad al ignorar las palabras de la mujer, sabiendo que sus palabras y su carácter penetrarían mucho más profundamente en la sociedad y nuestro mundo global, y sabiendo que el nombre ‘Muhammad’ llamaría siempre al elogio y saludos llenos de bendiciones.28 Los seguidores del Profeta ﷺ fueron a su vez llamados a permanecer fieles al enfoque centrado en Dios y al paradigma moral de sus enseñanzas. Allah instruye en el Corán:
“Los siervos del Compasivo son los que van por la tierra humildemente y que, cuando los ignorantes les dirigen la palabra, responden ‘¡Paz¡’
Pasan la noche ante su Señor, postrados o de pie.
Dicen ‘¡Señor! ¡Aleja de nosotros el castigo del infierno!’ Su castigo es perpetuo.
Es una mala morada y residencia.
Cuando gastan, no lo hacen con prodigalidad ni con tacañería. El término medio es lo justo. No invocan a otro dios junto con Allah, no matan a nadie que Allah haya prohibido, si no es con justo motivo, no fornican. Quien comete tal, incurre en castigo.”29
Recordemos que situaciones como estas, en las que el Islam y sus símbolos se exponen al escrutinio público, son situaciones en las que se encuentra una gran recompensa para los musulmanes por compartir el mensaje del Islam con los demás. De la misma manera que cualquier defensa de las caricaturas del Profeta ﷺ es defender la Islamofobia que las produjo, la defensa del Profeta Muhammad ﷺ y su mensaje es reflejo del Imán (fe) de uno, e inspiran a llamar a defender intelectualmente y compartir el Islam con otros. A menudo, nuestro compromiso compasivo con los no musulmanes, y el compartir con ellos el hermoso mensaje del Profeta ﷺ hace mucho para la restitución de los estereotipos a este nivel básico. Los Quraish que habitaban en la Meca fueron los más despiadados en desprestigiar la reputación del Profeta, mientras sus compañeros fueron los más deseosos de compartir su mensaje. Recordemos además que estas situaciones son una prueba para todos nosotros, y al reaccionar de la manera correcta – con conocimiento y sabiduría, podemos aprovechar la oportunidad de mostrar la verdadera cara del Islam y la perfección del caracter del Profeta ﷺ – alentado aquí por Dios y llamado a continuar su misión profética:
“Bien sabemos que te angustias por lo que dicen.
Pero tú ¡celebra las alabanzas de tu Señor y sé de los que se posternan!
¡y sirve a tu Señor hasta que venga a ti lo que es cierto!”30
Referencias:
1 Guy Debord, Society of the Spectacle (Detroit, Black & Red: 1983), pág. 2.
2 El Corán, Capítulo 18, Versículo 56.
3 Warren W. Wiersbe, The Integrity Crisis (Libros de Oliver-Nelson: 1988), pág. 46.
4 El Corán, Capítulo 79, Versículos 21 al 26.
5 Jonas Svensson, “Dañar el Corán: sugerencias sobre la infraestructura psicológica de la profanación”, Sociedad finlandesa para el estudio de la religión, Temenos vol. 53, núm. 2 (2017), pág. 252.
6 ‘Informe sobre la profanación sistemática e institucionalizada del Corán y otros rituales islámicos en Estados Unidos Testimonios de ex detenidos en la bahía de Guantánamo’ 26 de mayo de 2005. https://www.cage.ngo/wp-content/uploads/2014/06/ USQuranDesecration.pdf.
7 https://www.mentalhelp.net/personality-disorders/cluster-b/.
8 El Corán, Capítulo 25, Versículo 21.
9 El Corán, Capítulo 37, Versículo 35.
10 El Corán, Capítulo 41, Versículo 26.
11 https://quran.ksu.edu.sa/tafseer/saadi/sura41-aya26.html#saadi.
12 https://quran.ksu.edu.sa/tafseer/baghawy/sura41-aya26.html#baghawy.
13 El Corán, Capítulo 83, Versículo 30.
14 https://quran.ksu.edu.sa/tafseer/saadi/sura83-aya30.html#saadi.
15 El Corán, Capítulo 23, Versículos 66 al 67.
16 El Corán, Capítulo 85, Versículo 10.
17 El Corán, Capítulo 19, Versículo 59.
18 El Corán, Capítulo 19, Versículo 60.
19 El Corán, Capítulo 25, Versículo 70
20 https://quran.ksu.edu.sa/tafseer/katheer/sura71-aya7.html#katheer.
21 El Corán, Capítulo 71, Versículo 10.
22 El Corán, Capítulo 71, Versículo 5 al 13.
23 El Corán, Capítulo 79, Versículo 23.
24 El Corán, Capítulo 79, 17 a 19.
25 Osman Latiff, Sobre ser humano: cómo el Islam aborda la otredad, la deshumanización y la empatía (Sapience Institute, 2020), p. 5.
26 El Corán, Capítulo 18, Versículo 56.
27 Sunan an-Nasa’i 3438.
28 Sobre el ser humano: cómo el Islam aborda la otredad, la deshumanización y la empatía, pág. 113.
29 El Corán, Capítulo 25, Versículos 63 al 68.
30 El Corán, Capítulo 15, Versículo 97 al 99.